martes, 15 de marzo de 2016

¿Sabrá la fuerza del corazón escapar de la razón?

Y no recuerdo aquella sensación que me producías. Ni tampoco tu olor. No recuerdo el sonido que emitía tu risa, ni tan siquiera tus manías. Me olvidé también de esa fecha marcada durante meses en mi calendario y en mi cabeza. Sí, me olvidé...o no. 
Apareces con esa mirada tan tuya y me revuelves mi adentro. Mi adentro, ese que creí que había muerto, justamente contigo, justamente por ti. 
Y reaparecen las miradas y las sonrisas cómplices. De nuevo esa sensación, parece no haber pasado el tiempo. El tacto de tu piel, tu olor...para nada olvidados. 

No consigo acordarme de porqué tú estás allí y yo aquí, de porqué esto dejó de ser. Como dice el gran poeta J. Sabina; "Lo bueno de los años es que curan heridas lo malo de los besos es que crean adicción". Será eso, heridas cicatrizadas y tus besos, de esos difíciles de olvidar.


Y cae la noche, inesperada, impredecible, mágica. Vistas de la ciudad. Tu abrazo. Nuestras manos enlazadas. “De ti depende y de mi que entre los dos siga siendo ayer noche, hoy por la mañana”. Tu sonrisa. Tu mirada. Tus besos. Tus palabras.

 Y de nuevo, el pulso. Horas dejando hablar a esa voz de dentro. Tal vez mejor no la dejemos hablar mucho, la cosa puede complicarse. ¿Sabrá la fuerza del corazón escapar de la razón? O mejor, no. Tal vez ahora no toque hacerse preguntas. 

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