martes, 8 de diciembre de 2015

Contigo.

Apareces como un remolino, llevándotelo todo a tu paso. Dejándome desnuda de malos recuerdos, haciéndome sentir, otra vez. Simplemente sentir. Haciéndome recordar lo bueno de la vida, del amor, lo bueno de sentir. Cicatrizando puntos…que creía no iban a sanar. Curándome desde dentro. Dándome simplemente las agujas para que lo hiciera yo, recordándome como se hacía eso de quererme. Animándome al cambio, quitándome miedos, devolviéndome la ilusión.
La noche, el silencio en la calle, la luna, nuestras risas, nuestros abrazos. Nuestro juego. Tu mano y mi mano, y de nuevo risas y abrazos. Y un beso. Adiós a la tristeza. 

Te dejas llevar, y la luna parece más luna, las sonrisas se convierten en “la” sonrisa, los abrazos se vuelven más cálidos y los besos, más besos. Tu mirada, si, en tu mirada, me pierdo. Qué sensación ésta, la de perderme en tus ojos.
Y de repente, te sorprendes a ti misma, riéndote de nuevo, a carcajadas, porque hacía tiempo que no te oías reír a ti misma, no en ese estado. Era injusto no poderlo hacer así, de ésta manera, de verdad. Y para creértelo, lo miras y vuelves a reír.
Indudable, qué bonito esto, qué bonito lo de vivir. La vida nos sorprende con nuevas oportunidades. Qué bonito sentir que las cosas van bien. Que se han vuelto a poner del derecho. Que el tiempo es menos tiempo, que los lunes son menos lunes, que los viernes son más viernes, si estás a mi lado.

Contigo. Sol. Lluvia. Truenos. Calma.
Arranca el coche que nos vamos, ahora en buena dirección.


S.C





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