lunes, 28 de diciembre de 2015

Atrévete.


Atrévete a definirme la palabra felicidad, atrévete y dime que tomar decisiones es fácil, que siempre tienes claro la opción correcta y que después no aparecen las dudas. Corre y dime que no has sentido angustia por lo perdido, aun sabiendo que estás haciendo lo correcto. 

Dime, dime que es para ti la rabia, la ira, la frustración, la decepción o incluso dime, dime que es para ti la idea de destino. Ven, atrévete y cógeme la mano, convénceme que siempre hay una salida, que no se debe tener miedo al acantilado que asoma en el horizonte.
Mírame a los ojos y dime que ves. Cansancio, decepción, dolor, desilusión. Qué ilusa, al fin y al cabo, los causantes de sentir esa decepción somos nosotros mismos al ponernos altas expectativas sobre algo/alguien. No me gusta lo que veo, no me conformo, quiero más.

Y ahora, si no me vas a mirar así. Deja mi mano. Dime tú, que todo lo sabes y que a la vez todo ignoras, dime la respuesta. 


S.C

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