Vengo a decirte que me marcho. Me voy de ti. Me alejo de
nuestras largas conversaciones de madrugada. Me voy de los silencios que jamás
quisimos ensuciar con palabras.
Me voy intentando escapar de aquellos besos que nunca
dimos por miedo al fracaso, y también, de las miradas que se cruzaron en un
instante de valentía. Me alejo. Me voy, de los no encuentros, de los miedos, de
las inseguridades, en fin, de la cobardía. Me voy de nuestra absurda manía de
no admitir lo evidente, que sentimos. Me marcho porque no me vale ir caminando
en la misma dirección pero separados.
S.C
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